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La cima cuesta más si eres mujer

La lucha por la igualdad de género ha alcanzado cuotas mediáticas inéditas en los últimos años. Pero en la práctica, no parece que esa notoriedad se haya traducido en cambios reales. En el ámbito laboral, las mujeres siguen incorporándose más tarde que los hombres y trabajan a tiempo parcial en porcentajes mucho más altos que ellos. A esto hay que añadir la brecha salarial (que en España ronda el 23% ) y el famoso techo de cristal, o quizás habría que decir de cemento. La maternidad es uno de los factores clave que favorecen estos condicionantes: por un lado, la falta de confianza que persiste en las mujeres en edad fértil para puestos de responsabilidad; por otro, el dilema al que se enfrentan muchas trabajadoras que son obligadas a elegir entre hacer un alto en el camino para ser madres o desechar la idea y así no perder oportunidades de ascenso. Los estereotipos de género en el mercado laboral persisten hasta tal punto que el simple hecho ser hombre puede darte una mejor evaluación curricular y mejor salario que si eres mujer, aun teniendo exactamente el mismo CV, como demostró un experimento de la Universidad de Yale (2012) presentando para una jefatura de laboratorio a los ficticios candidatos John y Jennifer; para los evaluadores preguntados, John era el que merecía el puesto.

A partir de la performance en una escalera, Delfoteatro apuesta por visibilizar las diferencias que el género sigue marcando en nuestra sociedad. En Subir la escalera, una obra que se representa en espacios abiertos desde 2015, un hombre y una mujer interpretan cinco escenas en las que ella evidencia frustraciones e injusticias que él no vive. Al contrario, él se sitúa con facilidad en lo alto de esa escalera, en la cima, en el poder. La actriz y el actor interactúan con el público, promoviendo el debate grupal.

La reflexión sobre esas trabas y miedos que encuentran las mujeres en su día a día concierne a toda la sociedad. La igualdad empieza en la educación: el alumnado debe contar con referentes profesionales femeninos y los libros de texto deberían reservar unas líneas para mujeres clave de la Historia que han sido injustamente silenciadas. Sería interesante que las entidades importantes del país dejasen de mostrar fotografías cien por cien masculinas (apertura del año judicial, la RAE…). El Congreso, representante de la ciudadanía, ha pasado de tener un máximo femenino histórico (184 hombres y 166 mujeres) y ser el más paritario de Europa en abril de 2019 a perder 13 diputadas en las últimas elecciones… Si todos los sectores sociales combaten la desigualdad, los peldaños a subir no serán más altos para ellas.

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