A través de un casting muy divertido Bululú y Atolondrado seleccionan a una niña y un niño de entre el público asistente para interpretar a los personajes de Ratita y Ratón. Con su participación a lo largo de toda la representación nos adentramos en el mundo de las emociones para comprobar qué nos pasa cuando no se valora nuestro trabajo y sentimos que las otras personas no nos entienden.

Esta obra está especialmente diseñada para visibilizar la importancia de la corresponsabilidad doméstica y el impacto que tiene en cada persona no hacer un reparto adecuado de las tareas. La historia parte del cuento tradicional de “la ratita presumida” y nos presenta la vida de sus protagonistas una vez que se van a vivir juntos. A lo largo de la obra se reflexiona sobre el necesario reparto de tareas entre Ratita y Ratón para que el final del cuento siga siendo el conocido: “vivieron felices y comieron perdices”.